Pero, con tesón y saltando el barranco de los avatares económicos se presentan un año y otro con sus bolsas de milagros hechos algunos con la savia de la naturaleza como aquel licor de poleo que, a mí, me brindó el monte entero en la garganta.
Mariposas de hilo, conejos de tela, cochinos de infladas barrigas, cabras preñadas de vino, joyas y piedra de nuestra preciosa isla, cuencos de barro, pulseras, paños, vestimenta y gastronomía amable fueron, ayer domingo, las grandes protagonistas de un evento que, a pesar de los pesares, volverá como el viento.
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